Así se titula el artículo de Víctor Fernández publicado en La Razón el pasado lunes 4 de junio. Sin duda un artículo que nos desvela la magia y el espíritu con el que nace el nuevo Claris, un hotel con Alma de Museo que, después de 18 meses de obras y una inversión de 12 millones de euros, abre sus puertas con la misma ilusión que la primera vez hace 20 años.
Desde su apertura en 1992, coincidiendo con los JJOO en Barcelona, entrar en una habitación de este hotel era una sorpresa ya que cada una era diferente. El Claris fue pionero en conjugar de manera sensacional conceptos como modernidad, arte y clasicismo a través de la decoración de sus habitaciones, así como con la incorporación de obras de arte egipcias en cada una de ellas. ¿Quién podría haber pensado que un día podríamos dormir al lado de una antigüedad egipcia? Un privilegio, sin duda.
Después de tanto tiempo el Claris se reinventa. Una “reedición de lujo” donde se han rediseñado totalmente las habitaciones reconvirtiéndolas en salas que albergan 200 piezas inéditas de Arte Precolombino, de las culturas Maya, Chimú, Nayarit, Tairona, Quimbaya, Veracruz, Jalisco, entre otras, que complementan sus reconocidas colecciones de arte egipcio, romano y budista.
Además de un cambio completo de decoración donde se juega con el contraste entre originales lámparas, fotografías que conviven con cuadros clásicos, armarios japoneses y la utilización de materiales nobles de altísima calidad como: maderas de raíz de olivo y erable, marquetería de palisandro, suelos de madera de mervaux y roble envejecido, pan de oro, estucos, granito negro titanium de Brasil, mosaicos de vidrio…
Entre tanto arte Víctor Fernández nos descubre un cuadro muy especial: uno de los pocos retratos que existen de Calderón de la Barca, hasta ahora inédito, y pintado por Andrea Giuliani en 1781 tal y como aparece firmado en la esquina inferior izquierda. Un pintor italiano muy célebre en la época que llegó a España a finales del s.XIX procedente de la Toscana (…). Fue uno de los mejores retratistas de su tiempo y algunos de sus cuadros se guardan en el Museo del Prado de Madrid. (…) Giuliani viste a Calderón con sus ropajes de sacerdote y con la orden de Santiago. Según afirma José Florencio Martínez, especialista en el Siglo de Oro, con esta distinción se demostraba que el autor “era limpio de sangre”.
Un cuadro que compró la familia Clos hace un año en una subasta y que duerme en la habitación 622 del hotel. 20 años después, el Claris sigue sorprendiendo. ¿Que más nos depara este nuevo hotel?