Que Paris no se acaba nunca ya lo decía Enrique Vila-Matas en su novela del mismo título. Y que esta gran ciudad sigue desvelando sorpresas se hace evidente cuando descubrimos su Barrio Japonés, en pleno centro de la ciudad y justo al lado del Palacio de la Opera.
En realidad el Little Tokio parisino ocupa el corazón del segundo distrito, uno de los barrios más chic y desconocidos de la ciudad, y se articula alrededor de la Rue Sainte-Anne, hasta la Rue de la Banque por un lado y los Jardines del Palais Royal hacia el sur.
Para entender la presencia de la comunidad japonesa y coreana en esta zona hay que revisar brevemente la alegre historia de la Rue Sainte-Anne, una suerte de área independiente y avanzada de la capital. Ya en 1822 abrió sus puertas en el número 53 Nicolás, la primera bodega en servir vino al público, ya que antes sólo se tomaba en bares o cabarets. A finales de los 60, la escena gay se apoderó de la calle abriendo locales como Le Sept (en el 7) y el Colony (en el 13), aunque fue Le Bronx (en el 11) el que realmente perduró como el primer local en prohibir la entrada a mujeres y crear una backroom para encuentros. A finales de los 70, la comunidad homosexual se desplazó al Marais, utilizando los amplios espacios recién descubiertos por el Centro Georges Pompidou y dejando locales a buen precio para que los japoneses abrieran sus primeros restaurantes y fueran concentrándose en el barrio. Hoy en día podemos encontrar locales especializados en sushi, ramen, tradicional japonesa, tea shops o fastfood a la oriental y, siempre dentro del marco nipón, agencias de viajes, queserías, tiendas de ropa, de alimentación, de vajilla, de decoración, o hacernos masajes, cortarnos el pelo, aprender el idioma o el arte del ikebana…
Al contrario que Chinatown en San Francisco o Japantown en Los Angeles, no cabe esperar aquí edificios de arquitectura oriental o una presencia masiva de personas de origen asiático, todo está fundido e integrado en el clásico paisaje parisino y la mezcla de culturas es incluso más elevada que en otros distritos de la ciudad donde la diversidad pareciera más evidente.
Así que una buena mañana de sábado o domingo (nunca nada está cerrado), podemos pasear y disfrutar de esa extraña animación llena de calma tan propia de los japoneses. Nos encanta pasar por el Ace Mart, uno de los colmados mejor previstos, y regalarnos con unos buenos yakisoba o un helado para seguir caminando.
Seguimos por la Rue Saint-Agustin con parada obligatoria en el Book Off, dos tiendas gemelas con libros de ocasión en todos los idiomas en una y la otra especializada en mangas, dvd y toda clase de arte gráfico japonés… y ¡más aprovechando las rebajas!
Dada la extensa de la oferta gastronómica que vamos encontrando, en esta ocasión decidimos por la opción más tradicional y nos dejamos caer en el Aki, justo en el local que ocupaba Le Bronx en los sesenta. Animado y hasta los topes, como siempre, optamos por una mesa ya que los locales monopolizan la barra.
Para empezar compartiremos Takoyaki (albóndigas de pulpo) y Edamame, unas judías verdes saladas y cocidas al dente que se comen dejando la cáscara. ¡Cómo no, la Asahi es obligatoria.
Seguiremos con una Okonomiyaki, un plato originario de la región de Osaka y que consiste en una crêpe hecha a base de huevo y verduras y cocinada en placa caliente. Algunas la llaman la pizza japonesa porque admite toda clase de ingredientes.
Un paseo por el Quartier Japonais que se precie incluye una parada en Marugen, en la Rue des Petits-Champs, para echar un vistazo a las novedades, sino no es una visita completa. Puedes encontrar absolutamente de todo y si no. Hiro te la busca.
Y ya puestos a pasar un rato divertido, nos sacamos unas fotos en la Purikuras. Es el único fotomatón japonés en todo Paris y os aseguramos que las fotos que salen no sirven para el pasaporte… Se pueden añadir burbujas, nubes, colores, marcos o bocadillos de cómic para poner tonterías dentro…
Acostumbrados a mirarnos el resultado de las fotos en el Zoo Zen, que además acaba de abrir otro local para llevarte sus maravillosos tés a casa. Bonito local en un rincón precioso, las tardes de verano saca las mesas a la calle para tomarte tranquilo sus bebidas calientes o frías. Lo encontraréis en la esquina de la Rue Cherubini con la Rue Chabanais.
Se hace complicado elegir pero hoy nos quedamos con un té negro y otro de limón verde, helados con sus correspondientes semillas de tapioca en el interior…
Volvemos a casa con la sensación de haber pasado una estupenda máñana en Paris sin estar en Paris. Quizá descansemos para volver a cenar y disfrutar de un buen sake en el karaoke de la Rue de la Michodière…
Xavi Vega, General Manager del Hotel Banke Paris